“La palabra crisis significa peligro y oportunidad”
Entrevista por Daniel Jiminez Lorente
Entrevista exclusiva de N+ España.-Los retos del futuro no son únicamente económicos, sino que abarcan múltiples dimensiones, como la social y la medioambiental, y será necesario un enfoque que incorpore todas estas vertientes para afrontarlos con éxito.
Mansour Mohammadian: “La palabra crisis significa peligro y oportunidad”
Especial desde Madrid.-Los retos del futuro no son únicamente económicos, sino que abarcan múltiples dimensiones, como la social y la medioambiental, y será necesario un enfoque que incorpore todas estas vertientes para afrontarlos con éxito.
Esta es la propuesta de la teoría de la Bioeconomía, desarrollada por Mansour Mohammadian, doctor en Biología y Genética en The Ohio State University y profesor en el Instituto Universitario de Ciencias Ambientales de la Universidad Complutense de Madrid.
Sus tesis sobre Bioeconomía se pueden conocer a través de sus libros “Bioeconomics. Biological economics. Interdisciplinary study of Biology, Economics and Education”, escrito en inglés, y “La Bioeconomía: Economía del Tercer Camino”. Libro escrito en castellanos en el que nos habla del “brazo operativo de la Bioeconomía”, la Economía del Tercer Camino, una economía al servicio de las necesidades humanas, tanto las materiales como las inmateriales, y responsabilizada con la conservación de los recursos ambientales. De todo ello hablamos en la siguiente entrevista.
-Los políticos y los economistas hablan siempre de tomar medidas económicas para salir de esta crisis, y todo lo enfocan desde el punto de vista de la economía. En cambio, usted propone un enfoque interdisciplinar, señalando que la actual crisis no es sólo económica.
-Mi idea de la Economía del Tercer Camino surgió hace diez años, cuando yo desarrollé la ciencia holística interdisciplinaria de la Bioeconomía. La Economía del Tercer Camino es el brazo operativo de la teoría de la Bioeconomía. Y uno de los fundamentos de la Bioeconomía es la importancia de la ética y del capital social. La economía capitalista que hemos tenido en los últimos siglos está acabando con los recursos biológicos de la Madre Tierra y está causando mucha penuria a la humanidad. La Bioeconomía quiere completar lo que falta en la ciencia de la economía, que se fundamenta sólo sobre factores económicos: oferta, demanda, mecanismo de precio, competitividad, etc. Pero la Bioeconomía incorpora otros factores, a los que he llamado factores no económicos del sentimiento humano. Son factores inmateriales e intangibles, como la solidaridad, la fraternidad, la confianza o el altruismo. Además de otros factores no económicos del empeño humano, como la educación o la sanidad. Entonces, la Bioeconomía quiere completar la ciencia de la economía no sólo a través de los factores biológicos –de ahí viene Bioeconomía, que es una síntesis entre la ciencia empírica de la biología y la ciencia humanista de la economía –. Además, hay otros factores no económicos del sentimiento humano que van a dar otro aspecto a nuestra actividad socioeconómica.
Cuando publiqué mi primer libro sobre la Bioeconomía, todo el mundo me decía cómo podían llevar esto a la práctica. Por esta razón puse mi empeño en desarrollar un sistema económico basado sobre esta teoría, que es totalmente distinto de la economía capitalista. Porque no sólo se basa en la competitividad. Dice que la competitividad está bien, pero con cooperación. También que el precio está bien, pero con valor. El antropocentrismo está bien, pero con biocentrismo. El materialismo está bien, pero con un poco de espiritualismo. La Economía del Tercer Camino dice que la felicidad no depende sólo de factores materiales ni del dinero. La felicidad también es tener amistad, la ayuda al prójimo y poder disfrutar de la biodiversidad. Hay investigaciones que dicen que estos señores que tienen millones de dólares no suelen ser felices. Muchos no pueden dormir bien porque están pendientes de la Bolsa o porque sus ingresos pueden bajar mañana.
Tenemos que ver la vida interdependiente con la naturaleza. Hasta ahora la economía industrial ha separado a la humanidad de la naturaleza. Eso no puede ser, porque nuestra existencia en este planeta depende de la naturaleza y de sus recursos biológicos. Durante el siglo XX, con el auge del industrialismo y del materialismo, la ética ha sido relegada por detrás de la política y de la economía. Y últimamente, la economía ha tomado todo el espacio. Pero ahora hay que volver a poner a la ética en su lugar.
-Cuando se habla del futuro en clave económica, se insiste en volver a la senda del crecimiento económico. Pero el antiguo crecimiento al que se quiere regresar consumía más recursos de los que puede generar el planeta. ¿No están impulsando tanto los políticos como los economistas unas soluciones que realmente son suicidas?
-Ahora, con la crisis económica, los gobiernos de todo el mundo están inyectando billones y billones de dólares y de euros para salvar a los bancos. Pero según la propia economía de libre mercado, si una empresa no puede competir, hay que dejarla que se ahogue. Lo que están haciendo los gobiernos inyectando tanto dinero va a acarrear dos efectos negativos muy importantes: en primer lugar, vamos a tener una inflación muy galopante. En segundo lugar, está endeudando no sólo a esta generación, sino al futuro. Porque los gobiernos tendrán que sacar ese dinero de algún sitio, y nosotros, ciudadanos normales y corrientes, lo vamos a pagar. Cuando las cosas van bien, para los ejecutivos sus empresas son privadas. Pero cuando las cosas van mal, vienen a pedir dinero y sus empresas son públicas.
-En todos estos planteamientos se confunden muchos conceptos. Se confunden las relaciones comerciales con las relaciones económicas, porque no todas las relaciones económicas son relaciones comerciales. No tiene sentido, por ejemplo que en países de África donde la gente se muere de hambre se estén exportando alimentos. Y lo que es peor, se confunden las relaciones comerciales con las relaciones humanas, como si todas las relaciones humanas fueran comerciales.
-Es que el mundo ahora está en las garras de una minoría. Es una minoría aventajada que a través del proceso de globalización lo está acaparando todo. Hablan mucho de globalización, pero esta globalización sólo es buena para una minoría de personas muy bien conectadas. Para el resto de la gente no está bien. La globalización dice que los países desarrollados pueden exportar sus productos agrícolas a otros países en desarrollo. Pero cuando los países subdesarrollados quieren exportar algo, entonces se les impide, porque los países desarrollados, a través de los subsidios a los agricultores, han bajado los precios de los productos agrícolas tanto que los subdesarrollados no pueden competir. Entonces piden ayuda, y esta ayuda es limosna y deuda externa. Estos países subdesarrollados pagan más por los intereses anuales de la deuda que lo que reciben de ayuda. Por tanto no hay manera de salir de esta deuda.
El pasado año, cuando comenzó la crisis, el presidente francés, Nicolás Sarkozy, dijo que había que refundar el capitalismo. No señor, hay que cambiar de raíz. Refundar lo hemos hecho otras veces, ¿y dónde estamos cada vez que lo hacemos? Entre 1975 y 1995, hemos tenido 136 crisis económicas. Pero desde 1945 a 1975, sólo 40. Esto quiere decir que cada vez vamos a tener más crisis, y esta crisis es la madre de las crisis, porque esto no se va a arreglar de la noche a la mañana.
-Frente a la economía globalizada, que permite que el dinero vaya precisamente donde no se producen las mercancías, está la economía local, que es la que redunda en beneficio de los que asumen la tarea productiva, y además es la más consecuente con la conservación de los recursos naturales.
-Ustedes dicen que otro mundo es posible y que otra economía es posible. Yo también he dicho en mis escritos que otra economía es posible, y esta otra economía es la Economía del Tercer Camino de la teoría de la Bioeconomía. En mi primer libro en inglés hablo sobre la autarquía, que es la autosuficiencia. Por ejemplo, ¿Por qué España, que es un país productor, tiene que exportar para después estar pendiente de importar? Es antieconómico. Entonces yo hablo mucho de producción local y de localismo. La globalización puede estar bien, pero con localismo. La competición tampoco está mal. Ya Darwin habla mucho en su libro de la competitividad y dice que la supervivencia del más apto se basa en este principio, pero también habla de la cooperación. Y también el precio debe compaginarse con el valor. Yo pongo como ejemplo la producción de petróleo. Hace cinco años, el precio de un barril de petróleo estaba entre 20 y 30 dólares. El año pasado llegó a 150 dólares, y ahora ronda los 50 dólares. Este barril de petróleo es el resultado de millones de años de procesos biológicos, y por él damos 50 dólares. Pero estos 50 dólares, o incluso 150 dólares, no son el precio verdadero. Quizá su precio tendría que llegar a 1.000 dólares, aunque su valor verdadero como recurso biológico está fuera de nuestra imaginación. Todo depende de qué vamos a hacer con este barril. Cuando lo utilizamos para nuestros coches, estamos desperdiciando este producto. El cambio climático y la pobreza son el resultado de este mal uso.
La Bioeconomía investiga las interacciones entre el sistema biológico y el sistema socioeconómico. Este sistema socioeconómico está impactando sobre el biológico, y por eso se dan problemas como el cambio climático o la disminución de la capa de ozono. También ocurre con la pobreza. La solución a la pobreza no es dar limosna a la gente. Un refrán chino dice que es mejor enseñar a un hombre a pescar que darle un pescado cada día para comer. Los pobres de los países subdesarrollados no quieren limosna. Lo que quieren es disfrutar de sus propios recursos, y que los poderosos les dejen vender sus recursos internacionales en el mercado internacional a un precio justo.
-Pero para lograr esto, al margen de factores económicos, es necesario entender las necesidades de los otros pueblos. Entramos en la interculturalidad, que es otra de las bases de la Bioeconomía. Pero entender a otros pueblos y sus necesidades, que parece algo tan sencillo, vemos que no es fácil. ¿Cómo podríamos llegar a este entendimiento intercultural?
-Huntington habló del choque de civilizaciones. Esto no debe ser así, porque los seres humanos somos normalmente gente de paz, de tranquilidad y de armonía. Pero cuando abusamos de otras naciones, entonces se vuelven contra nosotros. Por ejemplo, hace años, con la publicación del informe Brundtland, se hablaba de sostenibilidad y del desarrollo sostenible. Pero sólo ha servido para escribir artículos y presentarse en conferencias. También ha sucedido con los Objetivos del Milenio. Yo he desarrollado otro concepto, el desarrollo bioeconómico, que se opone al desarrollo sostenible. El desarrollo sostenible es un concepto antagónico porque se basa en la teoría neoclásica de la economía capitalista. Esta teoría dice que hay que producir al máximo, consumir al máximo y tener un crecimiento continuo. Pero si vamos a crecer continuamente, ¿cómo podemos tener una economía sostenible? Y si tenemos una economía sostenible, ¿cómo vamos a crecer de manera continua? Además, este concepto no da importancia a idiosincrasias culturales, ni a características biológicas de otros pueblos. Tampoco tenemos en cuenta el conocimiento y el saber indígena. Estamos destruyendo lenguas y razas indígenas sin conocer qué pueden aportar. Y pueden aportar mucho.
-Usted habla del conocimiento y ahí puede estar la clave. Es muy importante que todo esto se traslade a la educación de las personas desde la infancia.
-En mi primer libro tengo un capítulo dedicado a la educación. En él distingo entre el proceso de educación y el sistema. El sistema, con las universidades, los ministerios y todo esto, está demasiado burocratizado. Cada ministro que ha venido ha hecho un cambio. Ahora vuelve a suceder con el proceso de Bolonia. Para mí no es difícil entender por qué los alumnos están realmente molestos y quieren ir a la huelga y manifestarse. Bolonia supone privatizar la universidad y la primacía del dinero. La llegada de la empresa, en su sentido original, no estaba mal. Si permite cubrir gastos y que la universidad se vincule a la empresa para potenciar la investigación, está bien. Pero si va a privatizar la universidad y que los alumnos tengan que pagar cada vez más, no es bueno.
Otra cuestión es el proceso de educación. Es anticuado, unidisciplinar y reduccionista cartesiano. Este proceso no ha cambiado por décadas, e incluso podemos decir que en los dos últimos siglos. La Bioeconomía es en cambio una ciencia holística con una metodología interdisciplinar. Porque hoy día hay tantos conocimientos que no podemos estudiarlos en parcelas individuales. Los profesores tenemos que ver cómo podemos vincular las distintas ramas del conocimiento para presentárselas al alumno con un sentido completo. Muchas veces se dan masters en los que se cobran miles de euros. En ellos pasan profesores, y cada uno transmite su especialidad por separado al alumno. Pero después el alumno puede quedar desconectado y no saber para qué sirve todo esto. La interdisciplinariedad es mucho más que varios profesores uno detrás de otro para presentar un curso, sin saber cada profesor qué es lo que va a decir el que viene detrás.
-Hace tiempo escuché a un especialista en cooperación que preguntaba en la radio cómo era posible que estos gurús de la economía quieran dar tantos consejos sobre la actividad económica, cuando no saben ni plantar patatas.
-La palabra economía procede en su base griega de eco (casa) y nomia (ley o ciencia). Es por tanto la administración de la casa. Están la microeconomía y la macroeconomía. Hoy día damos mucha importancia a la macroeconomía, y menos a la microeconomía, cuando lo que debiera interesarnos es la economía de las familias, con los más de cuatro millones de parados en España.
Ahora se nos dice que hay que consumir y gastar. Pero entonces, ¿cómo vamos a conservar la naturaleza? Si yo consumo más, las fábricas tienen que producir más. Y para esto son necesarios más recursos naturales. La palabra crisis, en su base griega, significa dos cosas: peligro y oportunidad. Es exactamente lo que está sucediendo. Si no tenemos cuidado, habrá al final de este año 30 millones de desempleados más en el mundo. La crisis es actualmente un peligro. Con millones de desempleados, familias destrozadas y los bancos embargando las casas a los que no pueden pagar la hipoteca. Pero esta crisis también puede ser una oportunidad si los que tienen las riendas del país empiezan a poner nuestra casa económica en su sitio. Este ha sido un aviso, y ya hemos tenido otros avisos y los hemos ignorado.
-Terminemos la entrevista con un mensaje positivo. Otra economía es posible es…
-Yo también creo que otra economía es posible, pero no según esta teoría neoclásica del capitalismo salvaje. Sino según una economía basada en el capital social, en ayudar a la gente y en valores como la solidaridad, la fraternidad y la confianza. A esta economía la he llamado la Economía del Tercer Camino, que he situado entre la antigua economía local y la nueva economía global. Vamos a completar la competitividad con la cooperación, y el precio con el valor. También hay que reducir este antropocentrismo salvaje. No puede basarse todo en los seres humanos, porque estamos muy vinculados a la naturaleza y a las otras especies. Para ello será necesario además un nuevo proceso educativo que impida que los alumnos sean adoctrinados mediante el pensamiento único.
Enlace a la entrevista: http://noticiaspositivas.org/espana/la-palabra-crisis-significa-peligro-y-oportunidad/