Se ha etiquetado a la crisis económico-financiera como un acontecimiento en contra del bienestar de los pueblos; esto es verdad y no hay duda de ello. Pero la crisis, en contra de lo que la mayoría de la gente piensa, también puede ser muy útil para desencadenar un nuevo pensamiento y, por ende un nuevo comportamiento para alejarnos del consumismo abusivo, el despilfarro de los recursos biológicos y el envenenamiento de la Naturaleza. Lograr este objetivo requiere un nuevo modelo económico y un nuevo sistema productivo de bienes de consumo.
No obstante, conseguir esta meta no es fácil debido a la pereza cultural en general, y a la oposición de un sector de la población en particular, que se ha apropiado de una actitud y posición superior. Aunque se puede denominar a la última crisis `la madre de las crisis´ por las grandes daños económicos y sociales que ha causado a la mayoría de la población mundial, también ha abierto nuestros ojos y mente, despertándonos del letargo y la incapacidad de visualizar lo que podría ocurrir a la Madre Tierra , y por consiguiente a la especie humana.
Hay que cambiar el modelo de la producción y el estilo insostenible de vida basado en la errónea creencia de poder seguir por largo tiempo con una economía y un sistema productivo de crecimiento continuo. La crisis nos ha avisado de que esto no va ser posible, y que es necesario idear otro modelo económico y otro sistema productivo. En pocas palabras, no solo es necesario otro modelo, sino que es imprescindible. Este modelo económico es la Economía del Tercer Camino: E T C de la teoría de la Bioeconomía sobre cuyos principios se basa la Economía del Futuro.